El nuevo juego de estatus: por qué la Generación Z se pelea por vasos de 30 dólares

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El frenesí viral por los vasos “Bearista” de Starbucks de edición limitada (y artículos similares de bajo costo y alta demanda, como los juguetes Labubus y las bolsas de mano de Trader Joe’s) revela un cambio en la forma en que los consumidores jóvenes definen el estatus. Ya no se trata de cuánto gastas, sino de qué tan bien juegas el juego de la escasez. Estos artículos aparentemente triviales se han convertido en símbolos de estatus improbables, lo que genera competencia e incluso conflicto, a pesar de sus modestos precios.

El auge de la exclusividad asequible

Históricamente, el estatus se señalaba mediante artículos de lujo: automóviles caros, ropa de diseñador y experiencias exclusivas. Pero las realidades económicas actuales (y el poder de las redes sociales) han creado una nueva dinámica. Para la Generación Z, la escasez en sí misma es el lujo. La emoción no está en el precio de compra sino en la búsqueda, la dedicación y el derecho a fanfarronear que conlleva conseguir un artículo difícil de conseguir.

Esta tendencia no es del todo nueva. Cabbage Patch Kids y Beanie Babies alguna vez provocaron frenesíes similares, pero la escala y la velocidad de los ciclos virales actuales, impulsados ​​por TikTok y otras plataformas, no tienen precedentes. La oferta limitada y la alta demanda crean una escasez artificial que eleva estos artículos más allá de su valor monetario.

La economía de la escasez

Las empresas suelen aprovechar la escasez como táctica de marketing y utilizan lanzamientos de edición limitada para impulsar las ventas. Pero a veces, la demanda simplemente supera a la oferta de forma inesperada. Esta escasez alimenta el revuelo en las redes sociales, convirtiendo el acto de adquirir el artículo en una experiencia en sí misma.

“Cuando pensamos en productos de escasez, normalmente hay dos formas de pagarlos: dinero o nuestro tiempo”, explica Tara Sinclair, jefa del departamento de economía de la Universidad George Washington. “Pasar tiempo recorriendo una tienda no es tan diferente de gastar dinero en ella porque, de lo contrario, podrías estar trabajando y ganando dinero durante ese tiempo”. El tiempo que se pasa esperando en la fila o actualizando incesantemente las tiendas en línea no es en vano; es parte de la “flexión”.

Más allá de la economía: capital cultural

La obsesión con estos artículos no se trata únicamente de la asequibilidad. También se trata de capital cultural : poseer conocimientos y gustos que te distingan. A medida que los productos de lujo tradicionales se vuelven populares, los consumidores buscan formas más sutiles y originales de señalar su estatus.

“Mezclar y combinar lo alto y lo bajo es una forma muy inteligente de destacar y demostrar que eres incluso superior a los productos tradicionales de alto estatus, y que puedes dictar tu propia moda”, dice Silvia Bellezza, profesora asociada de negocios en la Universidad de Columbia. Esto explica por qué ahora se ve a las celebridades llevando bolsos de Trader Joe: es una señal deliberada de estar “informados”.

Este fenómeno se extiende a la señalización horizontal : poseer elementos que sólo son reconocidos y comprendidos por un grupo específico. El bolso Trader Joe’s no es solo una bolsa de compras para aquellos que están al tanto; es una declaración de moda.

Un reflejo de la ansiedad económica

El auge de estos símbolos de estatus asequibles también puede reflejar tendencias económicas más amplias. En una era de inseguridad laboral y costos crecientes, derrochar en productos de diseño parece menos relevante. En cambio, los consumidores encuentran validación al conseguir un premio poco común y alcanzable. Esto se hace eco del “efecto lápiz labial”, una teoría según la cual durante las recesiones, la gente traslada el gasto de artículos caros a pequeños caprichos.

Sin embargo, la búsqueda de estos artículos no se trata sólo de hacer frente a las dificultades financieras. Se trata de jugar el juego, documentar la caza y ganar influencia social. En un mundo donde la atención es moneda de cambio, la lucha por adquirir estos objetos se convierte en su propia recompensa.

En última instancia, la obsesión de la Generación Z por los símbolos de estatus asequibles es una señal de que los tiempos están cambiando. Es una mezcla de pragmatismo económico, señales sociales y voluntad de aceptar lo absurdo de la cultura de consumo moderna. La próxima vez que vea a alguien alardear de un vaso de 30 dólares, recuerde: no se trata sólo del vaso. Se trata de ganar.